Hace unos días, al entrar en clase, nos encontramos con una visita inesperada. El Esqueleto Alberto nos estaba esperando sentado, plácidamente, en su sillón. Al principio nos asustó pero pronto llamamos a nuestros compañeros de cinco años y juntos lo tocamos, bailamos y jugamos con él. Ha sido divertidísimo y nos ha enseñado las partes de nuestro cuerpo que no se ven. ¡Mirad!
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